Saturday, May 14, 2011

ESTÁ COLOMBIA LUCHANDO CONTRA TERRORISTAS O LIBRANDO UNA GUERRA CIVIL?

Tristemente, esta es la pregunta que empiezan a hacerse muchos en la arena internacional. Cómo responderles con contundencia que la lucha de todo el pueblo Colombiano es contra una mínima cantidad de bandidos narco-terroristas, que motivados por razones económicas atacan de manera indiscriminada a un estado legítimo y democrático, a la sociedad civil e incluso a las instituciones protegidas bajo el marco del Derecho Internacional Humanitario; si el mismo gobierno de la República de Colombia acaba de reconocer al grupo narco-terrorista de las FARC y del ELN como partes en conflicto?.

Cómo responder con contundencia que el reconocimiento de conflicto armado interno en Colombia, solo se hizo con el fin de eliminar ambigüedades sobre quién podía ser beneficiario de la Ley de Víctimas que comenzará a discutirse en el Congreso de nuestro país; si el documento YA decía que la reparación prevista en esa ley solo cubría a las víctimas de infracciones al derecho internacional humanitario y los derechos humanos.  Y si esto no era suficientemente claro, el proyecto también decía explícitamente que en ningún caso cubriría a las víctimas de la delincuencia común?. Como podemos ver, lo realmente importante aquí es que la Ley se apruebe con lo fundamental, la inclusión del término era totalmente irrelevante.

Sin embargo, el reconocimiento del conflicto armado en Colombia no es un asunto exclusivamente jurídico sino que tiene un importantísimo componente político, de trascendencia internacional.  Lo que ha hecho el gobierno Colombiano es reconocer que tanto los grupos narco-terroristas, como el Estado y los civiles son “actores del conflicto” por igual. De esta manera, se ha aceptado implícitamente la pérdida de legitimidad del Estado y su representación de la población civil y se ha revestido a los violentos de un status al menos especial. A partir de este momento los criminales narco-terroristas dejan de serlo para ser “actores del conflicto”, nuestros soldados y los terroristas dejan de serlo para llamarse todos “combatientes” y nuestros secuestrados dejan de serlo para llamarse “rehenes o prisioneros de guerra”.

Un simple problema de lenguaje? NO! En política internacional las palabras tienen consecuencias. Por esto, es inverosímil que el presidente Juan Manuel Santos y su gabinete no calculen las implicaciones de este cambio caprichoso en los términos, sobre todo cuando los más beneficiados serán los criminales. Recordemos que a pedido nuestro Canadá, la Unión Europea y los Estados Unidos declararon a las FARC como un grupo terrorista y los caracterizaron como una grave amenaza para la democracia. ¿Con qué pretexto van a intervenir los EE.UU. y Europa en un conflicto interno de Colombia? Y frente al Plan Colombia: pues si es un conflicto interno, sigan resolviéndolo solos. Estos gobiernos ya habían entendido que Colombia está inmersa en un problema de drogas, de narcotráfico, de guerrillas narco-terroristas; problemas que para nada son solo internos de Colombia. Asimismo, al reconocer conflicto interno se convalida la actitud de los vecinos nostálgicos del comunismo que se niegan a clasificarlos como terroristas y darles patente para que vuelvan con el pedido de reconocimiento de beligerancia. Al reconocer conflicto interno damos una señal equívoca y en dirección opuesta. Contra el terrorismo no se cede, la seguridad comienza con la autoridad.

En fin, con tanta información, rumores, teorías sobre la coyuntura y TÁCTICAS DE DESPISTE (porque cabe perfectamente que Santos solo esté usando este debate como una cortina de humo, como lo escribió Juanita León en La Silla Vacía, para minimizar escándalos como el del uso del avión de los Nule y Fondelibertad que lo salpican indirectamente),  es fácil que uno se pierda en medio del ruido de los acontecimientos. Por eso, sean las que sean las razones de semejante irresponsabilidad del gobierno Santos, lo que quiero dejar claro es que en Colombia NO vivimos un conflicto armado interno y NO libramos ninguna guerra civil.

Un conflicto armado interno es lo que ocurre en Libia, por ejemplo. Donde un gobierno despótico es rechazado por más de la mitad de la población, donde esa población inconforme se alzó en armas y comenzó a conquistar posiciones geográficas y desplazó de ellas a las fuerzas del gobierno. Donde el gobierno utiliza la maquinaria del estado para combatir y reprimir a civiles que pretenden derrocarlo. La situación es tan clara, que en poco tiempo esa ciudadanía se convirtió en una fuerza beligerante que obtuvo reconocimiento, aprobación y apoyo de la comunidad internacional. Nada de eso ocurre en Colombia. Aquí no podemos hablar de enfrentamiento de dos sectores de la población que dirimen sus diferencias por las armas.  Tampoco existe en Colombia una dictadura personalizada o una constricción constitucional que impidan el ejercicio de los derechos fundamentales. Colombia es una república democrática, con separación de poderes, libertad de prensa y garantías para la oposición política. Su Constitución está centrada en la defensa de las libertades individuales y garantías ciudadanas.

Por lo tanto, no existe una sola razón para que un grupo de bandidos sin motivaciones ideológicas, sin motivaciones políticas e ignorantes de la vida, sigan perpetuando actos de violencia de tal magnitud y desproporción. Carentes de todo apoyo popular, los grupos narco-terroristas se perpetúan en Colombia por su vinculación al narcotráfico, que les ofrece recursos ilimitados para financiar sus acciones. Sus “objetivos militares” son en gran parte ciudadanos desarmados, la infraestructura civil y autoridades regionales. Recuerden todas las masacres, desapariciones forzadas, secuestros, desplazamientos, carros bombas, toma de municipios, pescas milagrosas, minas antipersonales y cargas explosivas en centros urbanos, solo por mencionar algunos.  ESTO NO ES CONFLICTO ARMADO INTERNO SEÑORES, ES TERRORISMO EN SU MÁS PURA EXPRESIÓN. 

ALEJANDRA VILLOTA ROMO

1 comment:

  1. No hay gozo más grande en el alma de un patriota que sentir que sus congéneres no son inferiores a la grandeza de su nación, que se interesen por su destino, destino que es y será el destino de su descendencia, Destino, que maravillados colocaremos no solo nuestro hombro, sino nuestros últimos alientos de vida para ayudar a sostener. Gracias Aleja por llevar en tu corazón a tu patria, por plasmar con dignidad y valentía tus preocupaciones sobre lo que crees que le hace daño. Adelante, te aseguro que pocos goces son tan gratos como amar a ésta patria y a sus hijos

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